En Venezuela, el cultivo de macroalgas se posiciona como una actividad que puede generar equilibrio entre la preservación ambiental y el desarrollo económico, destacándose su potencial para mejorar la calidad de vida de las comunidades costeras, tradicionalmente dedicadas a la pesca, al ofrecer una alternativa productiva, sostenible y con equidad de género. Además, se vislumbra la posibilidad de establecer una industria de ficocoloides nacional, lo cual agregaría valor a la producción de especies gelofitas y promovería el desarrollo industrial, todo lo cual se corresponde con una estrategia de Bioeconomía Azul.
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